En 2022, un poderoso huracán de categoría 4, de nombre Ian, provocó daños catastróficos en el oeste de Cuba y el sudeste de Estados Unidos. En total, causó al menos 158 muertes y más de 50.000 millones de dólares en daños. Debido al calentamiento global, los huracanes, los ciclones, los tifones, los incendios, las sequías, las inundaciones o el desbordamiento de ríos son cada vez más frecuentes en todo el mundo, provocando víctimas humanas, desplazados, daños materiales o la destrucción de los hábitats. Las zonas más cálidas del planeta están experimentando el mayor aumento en la intensidad y la frecuencia de estos fenómenos meteorológicos violentos. Hasta 9 de cada 10 desastres naturales están relacionados con el agua, siendo responsables del 70% de todas las muertes provocadas por fenómenos naturales.
El glaciar Perito Moreno tiene un frente de 5 km de longitud, una altura de unos 60 metros y una extensión equivalente a más de dos veces la ciudad de Barcelona. Los glaciares de la Patagonia son el mayor manto de hielo del mundo después de la Antártida. Debido al calentamiento global, el hielo de esta región ha perdido 1.000 km² de superficie en los últimos sesenta años, lo que también ocurre en la mayoría de glaciares del planeta. El retroceso acelerado del hielo libera terreno inestable, sujeto a deslizamientos y aludes, lo que incrementa el riesgo de crecidas de los ríos y de inundaciones. Por otra parte, muchas comunidades dependen de los glaciares para abastecerse de agua para el consumo doméstico o para la agricultura; a medida que los glaciares disminuyen, se pone en riesgo su modo de vida. La Agencia Espacial Europea (ESA) estima que los glaciares de todo el mundo han perdido una media de unos 267 gigatoneladas de hielo (267.000.000.000 toneladas) cada año entre 2000 y 2019. Según el National Snow and Ice Data Center (NSIDC ), la capa de hielo ártica ha disminuido a un ritmo medio de aproximadamente 12,8% por década desde 1979.
Cuando sube la marea, una fina capa de agua de mar inunda las calles de Paraty. El incremento brusco y acelerado de las temperaturas comporta variaciones repentinas en el clima y en los ciclos de la naturaleza, sobre todo el del agua. El agua es el indicador principal de los efectos de las alteraciones climáticas. Cuando el clima varía, se intensifican las sequías, las inundaciones, las tormentas o el desbordamiento de los ríos, con graves consecuencias para los sistemas naturales y las comunidades humanas que dependen de ellos. El deshielo de los polos y de los glaciares, y el correspondiente aumento del nivel del mar, es uno de los fenómenos que mejor ejemplifican esta relación entre el agua y el cambio climático. El deshielo amenaza con sumergir bajo el agua litorales costeros y pequeños estados insulares. Entre 1901 y 2010, el nivel del mar aumentó 19 cm. Si el ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero se mantiene, se prevé una elevación del nivel de unos 30 cm para 2065, y de más de medio metro para 2100.