En un vasto paisaje desértico, donde la belleza de la naturaleza se entrelaza con la sed, tres antílopes buscan agua desesperadamente debajo de la arena. El pelaje de color canela de los tres animales se camufla sorprendentemente bien en este entorno hostil. Tiempo atrás, en este punto solía haber un manantial, pero hoy el desierto se extiende hasta el horizonte en todas direcciones. Sus movimientos son calculados, pero impacientes; cada paso es una cuestión de supervivencia.
La
desertización tiene un impacto devastador para los ecosistemas, provocando
cambios en la flora y la fauna autóctona, y también para las comunidades
humanas que dependen de ella, especialmente en regiones ya vulnerables y con
poca resiliencia. Más de 1.300 millones de personas viven en zonas afectadas
por la desertización. Entre 1990 y 2020 se han perdido 420 millones de
hectáreas de bosques, y se estima que la tasa de desertización puede aumentar
un 10% en las próximas décadas. Un tercio de este proceso está causado por las
actividades humanas como la deforestación, las prácticas agrícolas no
sostenibles, la explotación de los recursos naturales, el uso inadecuado de los
recursos hídricos o la emisión de gases de efecto invernadero.
“ El 30% de la superficie terrestre está sometida a la desertización
— Organización de las Naciones Unidas
A consecuencia de la desertización, pero también del uso intensivo de abonos químicos y pesticidas, de la salinización, del calentamiento global, de las sequías o de la carencia de nutrientes, el 52% de la tierra utilizada por la agricultura sufre los efectos de la degradación del suelo. En algunas regiones, la disminución de las cosechas puede superar el 50%, lo que compromete la seguridad alimentaria de muchas comunidades rurales que dependen de la agricultura para subsistir. La pérdida de fertilidad de los suelos es un proceso gradual que puede acabar empobreciendo completamente el terreno, obligando a los agricultores a abandonar las tierras y labrar nuevas, creando un círculo vicioso. Este fenómeno ha obligado a muchos pequeños agricultores de subsistencia a cambiar de tipos de cultivos para mantener la productividad, alterando la nutrición y la dieta de sus familias. Debido a las sequías y la desertificación, se pierden 12 millones de hectáreas cultivables cada año, es decir, 23 hectáreas cada minuto.
“ La degradación del suelo afecta al 74% de los agricultores de subsistencia
— Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura