Un camello transporta sal a través del Danakil (Etiopía)
El sol del mediodía cae implacable sobre el majestuoso Danakil. En el horizonte, el cielo y la vasta salina se fusionan proporcionando una ilusión de infinidad. A través del paisaje desafiante, un hombre guía con parsimonia un camello. Uno y otro parecen comunicarse en un lenguaje silencioso, una conexión que se ha forjado a lo largo de innumerables viajes a través del desierto. El camello, inmune a la sed y a la fatiga, se mueve con una elegancia sorprendente a pesar de la pesada carga que transporta: losetas de sal cortadas en bloques rectangulares y apiladas en su lomo de forma uniforme. Danakil es conocido por la belleza de sus paisajes, pero también por sus salinas, que son de las más productivas del mundo. En el mercado, el camellero intercambiará la sal por otros bienes esenciales que su comunidad Áfar necesita para sobrevivir en ese entorno hostil, donde los recursos son escasos, pero también valiosos.
“ El 40% de la sal producida a nivel mundial se destina al sector alimentario
— Salt Institute
La historia del comercio es tan antigua como la propia civilización, y nunca ha dejado de evolucionar. Desde los intercambios locales entre las primeras comunidades al comercio internacional globalizado de la era moderna, el comercio ha jugado un papel decisivo en el desarrollo económico y cultural de la humanidad. Durante las primeras etapas, las comunidades practicaban el trueque directo de bienes. Se negociaban productos básicos como alimentos, herramientas o materiales, lo que permitía a las comunidades obtener recursos que no podían producir por sí mismas.
Con la aparición de las primeras grandes civilizaciones antiguas, se establecieron y consolidaron rutas comerciales marítimas y terrestres que conectaban distintas regiones y culturas lejanas que hasta entonces se habían mantenido aisladas. Se intercambiaban alimentos, bienes de lujo, especias, seda, metales preciosos o cerámicas, así como conocimientos y tecnologías, lo que impulsó la prosperidad de las sociedades. Durante la Edad Media, rutas comerciales como la Ruta de la Seda se expandieron y consolidaron.
El cambista y su mujer (1514, Quentin Massys)
A partir de los siglos XV y XVI, con el inicio de los viajes de exploración, los imperios europeos establecieron colonias en diferentes partes del mundo para explotar sus recursos naturales y establecer mercados para sus productos manufacturados. Un ejemplo de ello es Ciudad del Cabo, fundada en 1652 por el navegante neerlandés Jan van Riebeeck, que significó el establecimiento del primer asentamiento europeo en el África subsahariana. Originalmente, la ciudad servía como un punto de abastecimiento para los barcos de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales que viajaban a África Oriental, India y Asia, más de doscientos años antes de la apertura del canal de Suez, pero rápidamente superó su propósito original y se convirtió en el centro económico y cultural de la región.
A partir de los siglos XVIII y XIX, con la consolidación de la Revolución Industrial y el desarrollo de los sistemas de transporte como el ferrocarril o la navegación de vapor, el comercio internacional se expandió exponencialmente.
“ Durante el siglo XIX, el 80% del comercio internacional se realizaba por mar
— The Cambridge Economic History of Modern Britain
Puerto de Cape Town (República de Sudáfrica)
El sistema de comercio multilateral actual se remonta a finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando el deseo de paz llevó a los gobiernos a establecer mecanismos para la reducción de barreras comerciales y a una cooperación económica más profunda. En 1995 se fundó la Organización Mundial del Comercio, y por primera vez se definieron reglas globales para el comercio transfronterizo para más de 160 países. Hoy en día, este marco de cooperación global se complementa con un creciente número de acuerdos comerciales bilaterales y regionales que incluyen compromisos más profundos y amplios para integrar todos los mercados.
Oficinas de Manhattan (Nueva York, EUA)