Un labrador se toma un respiro (Ucrania)
En un rincón tranquilo que se eleva ligeramente sobre el prado, en medio de la nada, un pastor parece haber detenido el tiempo para convertirse en parte del paisaje. Lleva un sombrero desgastado que le protege del sol, que ya empieza a decaer. Sus ojos, experimentados y serenos, siguen el movimiento del rebaño, un mosaico blanco y lanudo que contrasta con el verde frondoso del entorno. Sólo se escuchan las conversaciones de los pájaros en los árboles cercanos y el sonido de los cencerros que algunas ovejas llevan colgados en el cuello. El hombre conoce las peculiaridades de sus animales, con quienes ha desarrollado una relación de confianza a lo largo de los años. No necesita darles órdenes; su presencia es suficiente para hacerse oír. Es el estilo de vida que ha elegido: la contemplación que se entrelaza con la naturaleza, y que se mantiene al margen del ajetreo del mundo moderno.
“ El 70% de las tierras agrícolas del mundo se utilizan
como pastos y cultivos para el ganado
— Organización de las Naciones Unidas par a la Alimentación
y la Agricultura
Un rebaño de ovejas pace en un campo de trigo de Castilla (España)
Pese a su importancia para el bienestar de la humanidad, las prácticas ganaderas conllevan impactos ambientales significativos. En muchos lugares del mundo, la ampliación de las zonas de pasto contribuye a la deforestación y a la destrucción de hábitats naturales, ejerciendo presión sobre los ecosistemas y la biodiversidad. El uso de tierras agrícolas para el cultivo de forrajes compite directamente con la producción de alimentos vegetales para la población humana, consumiendo valiosos recursos como el agua. La producción animal consume el 8% del agua dulce disponible, contribuyendo a la escasez de este recurso en territorios con recursos hídricos limitados.
La concentración de animales en grandes instalaciones genera una enorme cantidad de residuos orgánicos que, cuando no se gestionan correctamente, contaminan el suelo y los acuíferos. A nivel global, la producción animal es responsable del 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero como el metano y el óxido nitroso, provenientes de la digestión entérica de los animales o de la gestión de sus residuos.
Por
otro lado, el bienestar de los animales se ha convertido en una creciente
preocupación en muchas sociedades, lo que ha llevado a la implementación de
estándares y regulaciones para garantizarles un trato ético y digno. La
promoción de prácticas ganaderas sostenibles o el consumo responsable de
productos de origen animal son medidas que los expertos consideran necesario
implementar para hacer frente a los desafíos alimentarios actuales y, al mismo
tiempo, minimizar la impronta ambiental de esta industria.