Con un rifle de aspecto imponente sobre el hombro, el joven Abdulkadir custodia uno de los recursos más preciados de la comunidad Áfar: los pozos. El desolado territorio del Danakil es conocido por su belleza austera, pero también por su hostilidad, incluyendo la presencia de tribus nómadas rivales. Hasta la intromisión colonialista, las autoridades de las diversas tribus —sus asambleas de mayores— llegaban a acuerdos para la administración y el reparto de los recursos. Aunque los tratos no siempre eran fructíferos, las tensiones nunca alcanzaban el nivel alcanzado a partir de la llegada de las armas automáticas al continente, incluso introducidas por los propios gobernantes. Es el caso de Etiopía, que a lo largo del siglo XX armó a algunos de estos grupos para asegurarse el control de los territorios fronterizos. En una región donde los recursos hídricos son escasos y disputados, el trabajo de Abdulkadir es vital para asegurar que los pozos se mantengan en funcionamiento, y que el agua sea distribuida de forma justa entre las comunidades.
“ Hay más de 40 conflictos armados activos en diferentes regiones del mundo,
la mitad de ellos en África
— Instituto Internacional de Estudios para la Paz (Estocolmo)
Aproximadamente el 40% de los conflictos armados a escala mundial tienen relación con el acceso y control de los recursos naturales como el petróleo, el gas, los minerales, las tierras o el agua, pero hay otras muchas causas: las desigualdades económicas, la marginación de grupos étnicos o sociales, las tensiones históricas basadas en la raza o la religión, la falta de representación y participación política en la toma de decisiones... Los conflictos armados han causado millones de muertes, incluyendo civiles. Según la Organización de Naciones Unidas, entre el 60% y el 90% de las víctimas son civiles, la mayoría mujeres y niños.
Las
guerras del siglo XXI tienen consecuencias devastadoras. Muchas de ellas
perduran durante generaciones, dificultando el desarrollo y dejando a la
población en situaciones humanitarias precarias. Los conflictos suponen la
destrucción de bienes culturales y patrimonio histórico, así como de
infraestructuras como escuelas, hospitales, líneas eléctricas o carreteras,
dificultando la recuperación económica posterior. Tras los conflictos, la
construcción de la paz y la reconciliación entre las partes suelen ser un
proceso difícil. Algunos supervivientes sufren secuelas físicas y psicológicas,
y otros se ven obligados a abandonar sus hogares y buscar refugio en otras
regiones o países. Los desplazamientos forzados suponen cambios demográficos
significativos en las comunidades de acogida que suelen generar nuevas
tensiones.
“ Hay más de 82 millones de personas
refugiadas y desplazadas a causa de las guerras
— Agencia de les Naciones Unidas para los Refugiados (2020)