Bajo un manto de nieve recién caída hay un pueblo de calles estrechas y casas de madera con techos a dos aguas. En las afueras del pueblo, una fábrica de ladrillos rojos y paredes gruesas se alza imponente. Su arquitectura industrial contrasta con el aspecto tradicional de las casas cercanas. Mientras el mundo exterior se sumerge en el silencio y la belleza gélida del invierno, la fábrica funciona a pleno rendimiento, manteniendo el ritmo constante y ajetreado de la sociedad moderna. El sonido de las máquinas y el murmullo de los trabajadores que van y vienen se fusiona con la serenidad de los árboles enharinados que le rodean. En uno de sus extremos, una alta chimenea exhala una espesa columna de humo que se enreda con el aire frío, formando una nube que se expande disimuladamente por el cielo y se desvanece gradualmente en la atmósfera. A medida que el humo se aleja de la fábrica, su impacto se hace menos evidente.
“ Las personas ven el camio climático como un problema ficticio:
piensan que si lo ignoran, desaparecerá por su cuenta
— Leonardo di Caprio, actor
La temperatura media global del planeta ha aumentado aproximadamente 1,1 grados desde la época preindustrial, principalmente a consecuencia de la emisión de gases de efecto invernadero fruto de la actividad humana. A nivel mundial, el sistema agroalimentario es responsable del 22% del total de las emisiones de estos gases. El calentamiento del planeta supone la alteración de los patrones climáticos con consecuencias imprevisibles y devastadoras.
“ Los países desarrollados emiten el 70% de gases de efecto invernadero, pero los países en desarrollo sufren los mayores impactos
— Organización de les Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
Alrededor del 10% de la población mundial vive en áreas afectadas por sequías recurrentes o prolongadas que tienen un impacto significativo en la producción y suministro de alimentos. Sus estragos son especialmente críticos para los países en desarrollo, donde la mayor parte de la agricultura que se practica es de subsistencia. La vulnerabilidad de estos territorios se ve agravada por factores como sistemas de producción agrícola poco desarrollados, o la débil capacidad de adaptación a las consecuencias derivadas del deterioro ambiental y de los desastres naturales. En períodos de sequía, la disminución de las cosechas puede llegar a superar el 50%. Las sequías también tienen consecuencias en la disponibilidad de agua y pasto para el ganado, lo que se traduce en la disminución de la producción de leche y de carne o incluso en la muerte de los animales.
A
corto y medio plazo, se teme que el calentamiento global aumente la escasez de
agua, disminuya aún más el rendimiento de los cultivos, agrave la pérdida de la
biodiversidad e intensifique la desertificación de los territorios, empujando a
muchas comunidades a la pobreza extrema ya sufrir desplazamientos forzados.